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El sabor de mi memoria.

Era la época de 1979, por allá un 26 de noviembre, cuando nació una niña de tez morena y cabello lacio, a quien dieron por nombre, Mary Luz, un nombre inspirado por una cantante de la época, quien revolucionó el mercado musical en ese momento, pues esa era una de las inspiraciones para dar nombre a los hijos. Y así entre hierba, potreros, el corretear de animales, fue creciendo y que decir de las maravillas que cocinaba su abuela paterna, doña María Eliza Rodríguez, una mujer berraca como decimos los Antioqueños, una mujer que perdió a su esposo quedando a cargo de sus 6 hijos, completamente sola, pero que mujer aquella! Elisita como le llamaban, muy temprano en la mañana se levantaba junto con el cacarear de sus gallinas y el cantar del gallo, ¿y que hacia ella? Espera yo te lo cuento, pues salíamos a buscar la leña para preparar los mas deliciosos manjares con la leche y es que sus manos prodigiosas junto con su amigo el fogón de leña, hacían que los quesos y la mantequilla que elaboraba, tuvieran ese sabor sinigual de la leña, de la hoja de achira donde sutil mente se envolvían sus productos. Y fue así que María Eliza Rodríguez “Elisita” fuera reconocida en su territorio vereda la cuchilla y el corregimiento de Ovejas del municipio de San Pedro de los Milagros, como la abuela de las manos de oro.

Obligada a salir desde muy temprana edad a trabajar, Mary luz no tuvo mas remedio que dejar su abuela para seguir estudiando y ayudar su familia y así, de esta forma, se fue alejando poco a poco de su cultura y sus raíces, para llegar a una ciudad donde el caos y la desolación se apoderaban de ella, no veía la hora de llegar a su tierra y regocijarse nuevamente en el calor de su abuela y las deliciosas comidas que esta preparaba. Qué tiempos aquellos, que, aunque austeros y un tanto sufridos, no dejaban de impregnar aquellos lugares de cultura, de conocimiento ancestral y de esas cosas que nos hacían reconocernos ante los demás, de ahí, que San Pedro de los Milagros, se fuera convirtiendo en ese territorio productor de leche y de los productos gastronómicos artesanales que de esta se derivaban. Con la llegada de algunas empresas al territorio y su afán por reproducir aquellos alimentos que tanto los fuereños como los propios disfrutaban, poco a poco se fue vislumbrando un panorama algo incierto para las personas que aun disfrutaban de crear y producir su cultura, pues su mano de obra fue decreciendo cada vez más hasta el punto de vender a dichas empresas su leche e incluso pasar a ser un empleado de estas, pues la economía a si lo obligaba. En la actualidad son pocas las personas que aun lo practican, pues en esta minoría se alberga una esperanza de que lo que tanto amaron y por lo que tanto lucharon, no quede en el olvido y se extinga para siempre.

Mary Luz aun guarda en su memoria, estos sabores y tradiciones culturales que de una u otra manera, harán parte de su vida y que, aunque sea poco, ha logrado que un grupo de jóvenes de su territorio, se conmuevan al interactuar con estas experiencias y que quieran por mucho tiempo, propagarlas y hacerlas parte de su historia.


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